QUE HACEMOS

Sobre Embarazo en adolescentes – En 20 años, ¿qué se ha logrado?

Frente a los datos divulgados en estos días sobre la situación del embarazo en niñas y adolescentes en nuestro país, MYSU considera necesario realizar una serie de puntualizaciones.

Los datos presentados dan cuenta de una situación de estancamiento en el porcentaje de nacimientos en madres adolescentes. Este porcentaje se ha mantenido desde 1996 en alrededor del 16,5%, con muy importantes diferencias entre niñas y adolescentes en base a los niveles educativos alcanzados, los estratos socio-económicos y lugares de residencia de estas jóvenes mujeres. Mientras que el 23 % de las adolescentes que viven en hogares con dos o más necesidades básicas insatisfechas han pasado por el proceso de un embarazo y parto, solamente el 2 % de las adolescentes en los hogares con necesidades básicas satisfechas se encuentran en esta situación.

MYSU relevó los programas, estrategias y planes de intervención que en estos años se han elaborado para atender los derechos de niños, niñas y adolescentes, destacándose:

  • En 1996, el Ministerio de Salud Pública instala el programa Maternidad y Paternidad Elegida que entre sus cometidos tuvo el de dar respuesta a la situación del embarazo en adolescentes, con particular énfasis en madres y padres adolescentes en situación de vulnerabilidad socioeconómica.
  • Este programa se reformuló en el año 2001, pasando a denominarse Salud Integral de la Mujer, que incluyó el Programa Setiembre (desde 2002), con el objetivo de contribuir a mejorar las condiciones de salud de las madres adolescentes del subsector público en Montevideo. Este programa debería brindar información y servicios de anticoncepción a adolescentes que ya habían sido madres o transitaban por un embarazo, con el objetivo de prevenir futuros embarazos.
  • Se constituyó en ese mismo periodo el Comité de Coordinación Estratégica de Infancia y Adolescencia, encargado de asegurar coherencia, sostenibilidad y eficiencia de las acciones y programas para niños, niñas y adolescentes, buscando generar una estrategia unificada de trabajo con esta población.
  • En el marco de la reforma de la salud que crea el Sistema Nacional Integrado de Salud, se realizan reestructuras en el MSP, y se constituyen el Programa Nacional de la Salud de la Mujer y Género y el área de salud sexual y reproductiva adolescente, que tuvo tres cometidos básicos: brindar acompañamiento a las/os adolescentes madres y padres en el primer año posterior al parto, formar Promotores Juveniles en SSR y crear los Espacios Adolescentes, trabajando de forma multidisciplinaria.
  • En medio del proceso de reformas también se incorpora la educación sexual en todos los niveles, que tiene entre sus cometidos el acercar información en anticoncepción y SSR en general a niños, niñas, adolescentes y jóvenes.

A su vez, la elaboración de la Estrategia Nacional sobre Infancia y Adolescencia (ENIA), los programas nacionales como Jóvenes en Red y Uruguay Crece Contigo (ambos instituidos en el 2012) con el propósito de trabajar interinstitucional e intersectorialmente con la población adolescente que se encuentra en esta situación, procuran acompañar a madres adolescentes y adolescentes transitando por un embarazo. No conocemos procesos de evaluación que permitan identificar donde estuvieron sus fortalezas y cuáles han sido sus debilidades a la hora de definir nuevas estrategias. Resulta bastante obvio que hasta ahora no se han encontrado las medidas que sean efectivas en garantizar derechos a aquellas niñas y adolescentes que siguen “adolesciendo” como madres.

Si nos encontramos en una situación similar a la que partimos, veinte años después ¿No nos deberíamos una reflexión profunda sobre qué fue lo que falló? ¿Dónde han estado las debilidades? ¿Cuáles han sido los resultados de estos programas y estrategias? ¿No es momento de repensar la política desde una perspectiva realmente inédita que no replique esfuerzos que han probado ser considerablemente infructuosos?

Las desigualdades por razones de género y la permanencia de modelos estereotipados de ser mujer y de ser varón, que predominan en quienes no acceden a la educación o están sometidas a situaciones de abuso y vulnerabilidad de derechos, es la principal causa del problema. La maternidad como único destino no se presenta en niñas y adolescentes de otros sectores sociales. La educación como posibilidad de movilidad social y de construcción de múltiples proyectos de vida, ha demostrado en el mundo ser el mejor método anticonceptivo para las mujeres. La influencia de sectores religiosos ultraconservadores, que muchas veces están a cargo de la implementación de alguna de las estrategias mencionadas, también debe ser parte del análisis y de los problemas que agudizan la situación.

Estamos de acuerdo en que las autoridades se preocupen -y como suelen decir- que se ocupen de lo que sucede pero ya es hora de admitir que se necesita verdadera voluntad política y una acción sostenida a través de las Administraciones de gobierno, para asegurar igualdad de condiciones en el ejercicio de derechos a este sector de la población.

Advertimos que situaciones complejas no admiten soluciones lineales, que en otras épocas cuando las políticas de población eran coercitivas, quizás los resultados eran eficientes en reducir la fecundidad de los sectores más desprotegidos, pero se avasalló y se violentaron de manera terrible los derechos de las mujeres.

Entendemos, por lo tanto, necesario enfatizar que las medidas de corto, mediano y largo plazo que se emprendan deben velar y respetar los derechos de niñas y adolescentes y garantizar su desarrollo como personas libres, autónomas y plenamente integradas a todas las esferas de la sociedad.

Mujer y Salud en Uruguay – MYSU

23 de setiembre de 2016